martes, 18 de enero de 2011

La super-comunicación

Hoy, en los tiempos de las telecomunicaciones, la era de la información, en la supercomunicación, estamos más solos que nunca.

Nuestros chats, e-mails, posts y mensajes de texto superan con creces a las situaciones naturales de comunicación interpersonal verdadera. La ecuación no cambia ni siquiera homologando a las llamadas telefónicas como naturales.

Paulatinamente, el medio de expresión que usamos para comunicar nuestros pensamientos, emociones, decisiones, gustos y preferencias, necesidades, etc., está siendo digitalizado por nosotros mismos: estamos dejando de utilizar nuestros sentidos para traducirnos a nosotros mismos en fríos caracteres que viajan por internet. Estamos frente al desmoronamiento de nuestras relaciones y de nuestro ser, por cuanto nos definimos como seres humanos en relación a quienes nos rodean. Estamos perdiendo el tacto, el olfato, la voz, el oído. Todo pasa por nuestra vista y nuestros dedos en el teclado.

En un mundo cada vez más interconectado, vivimos la paradoja de la soledad extrema con una naturalidad aterradora.

Como si no tuviéramos chance de ver el cuadro desde afuera, ver con objetividad cómo nuestra red de relaciones reales, cara a cara, es afectada.

Mientras tanto, la posmodernidad arropa bajo su manta a toda esta nueva fenomenología y la toma como parte de la evolución natural del hombre, como parte del laissez faire y el sinsentido que gobierna claramente el mundo y se adueña de nuestras relaciones.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Trágico. Nivel: Embarazada de telenovela que baja por las escaleras de una forma no muy regular. Nada reemplaza nada, sólo son cambios. Quizás se entienda como una concepción distinta de entender la realidad, pero puede tratarse sólo de un modo diferente para llegar a entenderla.La realidad no cambia, cambiamos el método nosotros. La 'posmodernidad', la 'sociedad', la 'era'; si algo no son es ser dueñas de algo, son simpáticas construcciones a las que le damos entidad suficiente,( al igual que opera la idea de un dios), como para resguardarnos y excusarnos de nuestras propias acciones.

José C. Galvano dijo...

Bueno es darse cuenta.

Anónimo dijo...

Desesperante en otros casos, sería mucho más feliz vivirlo de manera ajena e independiente a nuestro comportamiento. Siempre es reconfortante no hacerse cargo. (Buen blog).

José C. Galvano dijo...

Gracias anónimo!

Anónimo dijo...

Por eso nunca me gustaron las redes sociales.. Son una forma desesperada de mentirle a la soledad

José C. Galvano dijo...

El smartphone
Un placebo de la comunicación
Un antídoto imaginario contra la soledad